Necesito un poco de agua refrescante, mi boca se ha secado y con mucho aplomo me salen las lágrimas de cocodrilo. Supongo que es la edad, ya no soy una jovencita, cada vez es más difícil disimular las bolsas de los ojos, las comisuras del rostro y estas malditas canas. Para haya vamos todos nacimos para morir.
- Aunque en esta vida, fáltenme riquezas, sé qué allá en la gloria tengo mi mansión…
El aroma de la corona d rosas se mezcla con el azahar de la cocina, indiscutiblemente están horneando pan de muerto. En mis tiempos de chiquitilla no se hacía así, mi madre horneaba el papalotlaxcalí, con miel de maguey, maíz y amaranto, lo barnizaba con huevo y le ponía ajonjolí. Mi madrecita santa lo preparaba con tanta esperanza de sentir a sus muertos, así como lo hizo mi abuela y su abuela también.
- Alma tan perdida, entre las pobrezas